Agua entre las piedras - Post IV


INGENIERÍA INCA

Agua entre las piedras

El manejo y distribución del agua en Machu Picchu es una muestra del notable desarrollo de la ingeniería hidráulica y geotécnica de los incas.

Machu Picchu se enclava en un accidentado paraje andino. Los incas superaron toda serie de obstáculos y construyeron la impresionante ciudadela de piedras en las alturas de una cumbre montañosa, 2.440 metros sobre el nivel del mar. En el siglo XXI no debe ser perturbada, pues la inestabilidad del terreno convierte cualquier nueva propuesta de infraestructura en una amenaza para el conjunto y, lo que es peor, le quitaría autenticidad a un lugar en el que, piedra sobre piedra, los ingenieros incas crearon un lenguaje que siglos más tarde transmite su gran conocimiento técnico, ecológico y geológico, y su diálogo estético con el paisaje.

El ingeniero hídrico Kenneth R. Wright, coautor junto a Alfredo Valencia de “Machu Picchu. Maravilla de la ingeniería civil”, se pregunta: “¿Cómo prevendrían que las construcciones no se vinieran falda abajo en medio de fuertes lluvias? ¿Cómo harían para tener acceso a agua potable y de qué fuente provendría esta? No tendríamos ya esta ciudadela si no fuera por la notable ingeniería de subsuelo. Algunos de sus trabajos de diseño son incluso más avanzados que los de tiempos modernos”.

Manantial madre
La vida depende fundamentalmente de tres elementos: aire, suelo —para cultivar los alimentos— y agua. El agua fue una de las principales preocupaciones de los urbanistas incas quienes requirieron conocer la ubicación exacta de una fuente capaz de satisfacer las necesidades que tendrían. Wright explica que la ciudadela se encuentra entre dos fallas geológicas, a un nivel más bajo, por lo que la lluvia se acumula y filtra hasta llegar a ella, tales filtraciones fueron dominadas y canalizadas. El grupo de investigadores encabezado por Wright ubicó el manantial principal, y verificó su dependencia de las lluvias, encontrando que los incas desarrollaron un sistema de recolección de agua para aumentar la producción de la fuente.

“Los trabajos todavía estaban intactos, funcionando y produciendo agua después de tantos siglos de abandono”, señaló Wright cuando presentó su libro en castellano en el 2006 (en inglés fue publicado en el 2000).

El gran canal
El canal que llega a la ciudadela tiene 750 metros de largo, 12 centímetros de fondo y 15 centímetros de ancho. Cada cien metros desciende tres para intensificar la gravedad, acelerando el flujo del agua hasta alcanzar los 300 litros por minuto.

El canal corre desde el manantial, baja por la montaña, ingresa a la ciudad, pasando la zona agrícola, y surte de agua a las fuentes del sector urbano. Tiene dos puntos de control del nivel: el exceso rebosaba sobre los andenes o dentro del desagüe principal antes de llegar a las fuentes. El primer ingreso era una fuente junto a la residencia del inca y luego se alimentaba al resto de fuentes para que todos tuvieran acceso al recurso.

Chorro de vida
Cada fuente tiene un conducto de piedra que guía el agua a un surtidor rectangular donde se forma un chorro para facilitar su recolección en un cántaro. Un desaguadero la distribuye al canal de acceso de la siguiente fuente. Los canales eran permeables o impermeables según se requiriera. Bajo la hierba de la plaza central, por ejemplo, el suelo es de grava para que el agua fluya a través de ellas.

“Sin un sistema eficiente de drenaje —dice Wright— el agua se hubiera estancado y los muros y la ciudad se hubieran deslizado. Lo principal allí no es visible a los ojos, está debajo de la tierra”. El sofisticado sistema llevó a concluir que los incas comprendían la importancia del agua potable, pues procuraban alejar el suministro de agua limpia de los drenajes urbanos o agrícolas.
MMMQ

+ info

  • Kenneth Wright: Graduado en ingeniería civil y negocios de la Universidad de Wisconsin.
  • Consultor de hidrología para Exxon, British Petroleum, entre otros.
  • Por 12 años investigó sistemas de administración de agua de Machu Picchu.
  • Trabajo financiado por su propia empresa, con mano de obra de sus ingenieros.
  • Trabajó con el arqueólogo peruano Alfredo Valencia Zegarra.
  • Fernando Caller (UNI) promovió la publicación en castellano de “Machu Picchu. Maravilla de la ingeniería civil”.

  • Fuente y fotografias: El comercio - Perú.


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